Por Jesús M. Guerrero Jacobo
Desde hace algunos procesos electorales, hemos visto un sector considerable de la sociedad civil exigiendo un debate entre los candidatos presidenciales, o sea los ciudadanos dominicanos que cumplen con todos los requisitos de ley para aspirar a dirigir la cosa pública. Desde el torneo electoral del 2012 vemos la negativa para debatir del hoy candidato presidente, Danilo Medina Sánchez.
Vemos al vocero de la presidencia Rodríguez Marchena lanzando dardos envenenados contra el candidato de la oposición, Luis Abinader. Sin embargo Abinader continua exigiendo el debate presidencial, reclamo al cual se han sumado los demás candidatos opositores, como son Pelegrín Castillo de la FNP, Minou Tavárez por la APD, Guillermo Moreno por su partido Alianza País y el oficialismo con una negativa rotunda ante esta petición.
Se presta a la interpretación esta actitud del presidente que aspira a un segundo mandato consecutivo, sobre todo cuando tiene cuatro años manifestando que esta siempre con la gente y no aprovecha la oportunidad para probar que sus planes de gobierno han mejorado considerablemente el nivel de vida de los dominicanos. Como afirman sus voceros.
Nuestro quehacer político se encuentra marginado porque los principales protagonistas se escudan detrás del clientelismo como única arma electoral. Por eso ciudadanos que aspiran a un mejor país se alejan de la política, la realidad es que el debate político contribuirá para adecentar nuestro escenario electoral y podremos desplazar la tristemente célebre practica de votar por el menos malo por un voto responsable.
Debemos exigir que debatir sea una obligación de los candidatos, porque tenemos derecho a saber cuáles son las propuestas de todos los aspirantes presidenciales, queremos saber cómo invertirán el 4% de educación, si implementaran una política criminal, si cumplirán la ley del 5% del PIB para salud, para no redundar sobre los planes para solucionar la problemática nacional, seré claro, la cultura del debate electoral fortalecerá nuestra malograda institucionalidad que es vapuleada constantemente por actitudes petulantes y beneficiosas para sectores que fomentan la mediocridad política.
El debate político no solo debe dirigirse a los candidatos presidenciales, sino a todos los que aspiran a cargos electivos, no queremos legisladores que simplemente levanten la mano. Por medio de los debates podremos desalojar del Congreso Nacional a los que dependen directamente de los vergonzosos barrilito, cofrecito y demás yerbas aromáticas por cuales sustentan sus prácticas clientelares e hipotecan nuestro futuro como nación.
Los dominicanos tenemos derecho a conocer la postura ante los temas de interés nacional de todo candidato a un puesto electivo desde los presidenciales hasta los concejales, porque al final del día nosotros costeamos sus salarios, somos los que elegimos y por tanto somos el pueblo soberano.
No podemos esperar salir de este atolladero institucional producto de la desidia de los partidos políticos, con aspirantes presidenciales que asumen posturas intransigentes para no debatir y mucho menos los que imitan el estilo de pelea del famoso púgil Floyd Mayweather que es huir del contrincante para ganar sin luchar, porque de enfrentarlo no podrían justificar el hecho que no hay un solo problema nacional que haya sido solucionado.
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